“El Secreto Está En Explorar y Evaluar Tu Propio Trabajo Profesional”
¿Te has preguntado?
Un buen profesional sabe que la auto-evaluación es una excelente herramienta para el desarrollo de su carrera. Es tan importante como obtener realimentación de terceros, pero es también tener la capacidad de evaluarse a sí mismo.
¿Qué es una autoevaluación?
La autoevaluación es un ejercicio de reflexión sobre uno mismo. La hacemos para investigar y conocer nuestras propias características, por ello, es un ejercicio de autoconocimiento.
Cuando la persona se autoevalúa, conoce a sus fortalezas, pero también sus las debilidades. Es importante identificarlas, ya que la primera nos ayuda en nuestro crecimiento y progreso; y la segunda nos indica los puntos de atención y de mejorar.
Aunque sea una herramienta muy importante, muchos la ignoran, pues a veces es delicado vernos en el espejo con uno mismo. No siempre queremos salir de la zona de confort o tener conciencia de nuestras creencias limitantes, ya que esto significa que debemos tomar medidas que hemos postergado durante un buen tiempo.
Al principio, puede parecer difícil, porque verse a sí mismo con una mirada imparcial exige autoconocimiento.
Además, también es necesario tener una buena dosis de comprensión, para no terminar siendo demasiado crítico y perturbar tu motivación.
Sin embargo, cuando entiendes que ese es un camino interesante que amplía las posibilidades de crecimiento tanto en la vida profesional como en la personal, resulta más fácil realizar la autoevaluación.
Al fin y al cabo, con ella es posible ver lo que puedes mejorar y todo lo que presenta potencial de desarrollo, entendiendo tus puntos fuertes y débiles como aliados.
Con la práctica, ella se transforma en un hábito indispensable. Por eso, te comparto 7 sugerencias que tuve que aprender y que me ayudaron cómo hacer una autoevaluación eficiente e invaluable para mí.
La preparación del ambiente para la autoevaluación
Antes de desarrollar las etapas de la autoevaluación es necesario entender que este es un momento de atención consigo mismo. Es importante disponer de un tiempo para realizarla sin interrupciones.
El lugar escogido debe ser confortable y silencioso, creando un ambiente tranquilo y libre de interrupciones.
La autoevaluación es una actividad de introspección, un momento de mirar hacia adentro y hacer reflexiones sobre uno mismo. Esto te ayudara a tranquilizar al “Inquilino” en tu cerebro que te habla negativamente.
Para eso, es fundamental saber de dónde vienes y a dónde quieres llegar, además necesitas saber cuáles son las opciones y elecciones que puedes elegir y que están en tu camino que has decidido tomar.
Yo decidí implementar esta práctica, porque al leer autobiografías de gente exitosa, ellos hablaban de “autoevaluarse” por sí mismo. También lo menciona el libro “Piense y Hágase rico”. Autoevaluarme, ha sido algo que no tuvo precio en mi vida y es importante que lo intentes, especialmente si no tienes confianza en ti mismo o estas estancado en algo en tu vida.
Teniendo eso en mente, será mucho más fácil establecer las 7 las etapas de esta práctica, así empecemos:
1. Determina una frecuencia: El planeamiento es un elemento esencial a la hora de hacer una autoevaluación.
Teniendo en cuenta tu plan de carrera, puedes comprender que tu camino profesional está construido por etapas y es importante saber en cuál de esas etapas te encuentras.
La determinación de la frecuencia de esta evaluación forma parte del proceso. Puedes llevarlo a cabo quincenalmente, mensualmente o en períodos mayores o menores.
Todo dependerá de las metas establecidas y las realizaciones, siempre considerando tu capacidad, tu ritmo y el tiempo que le des.
2. Haz una lista de tus puntos fuertes y débiles: Aquí necesitas ser lo más sincero posible contigo mismo.
No es una tarea muy sencilla al principio, especialmente si eres una persona que tiene dificultades para verse en el espejo y admitir tus defectos o si eres demasiado crítico/a para reconocer tus méritos.
De todos modos, engañarte a ti mismo no te va a llevar a ningún lado. Hazte las siguientes preguntas importantes:
¿Qué es lo que sabes hacer mejor?
¿Qué situación dominas en el ambiente de trabajo?
¿Cuál es tu mejor característica?
¿Y tus bloqueos y porque te bloquean?
¿En qué situaciones te encuentras más incómodo/a?
¿Cuál es tu principal dificultad?
Si tienes la franqueza necesaria para responder preguntas como estas y colocas tus aspectos positivos y negativos, naturalmente, aparecerán tus aciertos y errores.
De todos modos, ¡ojo! te sugiero que encares esto sin juzgar demasiado, en virtud de que te va a proporcionar una visión más clara sobre tu situación. Y también podrás ver las limitaciones que merecen ser trabajadas y qué aspectos pueden ser aprovechados favorablemente.
En verdad, los puntos fuertes y débiles deben ser entendidos como colaboradores.
3. Identifica cómo reflejas los puntos fuertes de la lista: Establecidas tus principales características, es necesario identificar cómo se presentan.
Piensa en cómo tus puntos positivos aparecen en tu entorno laboral, en las relaciones profesionales, con tus compañeros de trabajo y por supuesto tu familia.
En qué situaciones te sentiste más cómodo, en las que personas elogiaron tu conducta o se sintieron entusiasmados con tus acciones.
Puedes ir un poco más allá, y pensar en otras habilidades fuera del lugar de trabajo que también pueden complementar tu jornada profesional.
Intenta mirar de una manera diferente algún hobby u otra actividad que dominas y cómo eso puede manifestarse profesionalmente. Esto fue muy importante para mí, porque los deportes han jugado un papel muy importante en mi vida.
Reflexiona también sobre tu aspecto personal más marcante. Piensa en lo que te identifica, como esa característica sobresale y que eso debe ser constantemente utilizado a tu favor, como una motivación profesional y personal.
4. Potencia tus puntos fuertes en el día a día: Al identificar tus virtudes y dónde te destacas, puedes utilizarlo para mejorar tu desempeño en el trabajo y también ampliar esa capacidad en tu vida profesional de forma general.
Examina las posibilidades, encontrando maneras de utilizar tus cualidades a la hora de estipular tus metas hasta la próxima autoevaluación. Intenta establecer acciones más concretas y menores, que van a colocar tus atributos en evidencia.
Enfócate también en tus relaciones con los colegas de trabajo, amigos y familia. ¿Qué puede partir de ti que también será significativo en el grupo en su conjunto?
Vas a percibir que no necesitas contar con características que no son tuyas a la hora de trazar tus metas, si puedes utilizar las que ya tienes para mejorar tu desempeño y la calidad de vida en el trabajo.
5. Comprende tus puntos débiles: Enumera tus puntos débiles pensando en cuáles son las principales barreras o dificultades que ellos te causan en tu día a día.
Aquí deben entrar tus aspectos personales o técnicos, pudiendo ser algún obstáculo de expresión o relación, inclusive el poco conocimiento sobre determinado tema.
Piensa en situaciones en las cuales te encontraste en un impasse, que te hizo sentir inseguro o desalentado. Piensa también en alguna acción o comportamiento que puede ser entendido como negativo y que puedes mejorar.
Reconocer tus partes negativas no necesariamente significa disminuirte o desalentarte. Al contrario, solo reconociendo las actitudes que impiden un buen desempeño, es que las puedes modificar.
Nadie logra ser perfecto todo el tiempo y admitir los defectos es el primer paso para promover el perfeccionamiento.
6. Encuentra medios para utilizar los puntos débiles a tu favor: En este punto, es necesario ser honesto a la hora de iniciar la a acción al considerar tus defectos.
De la misma forma que trataste los aspectos positivos, ellos deben ser entendidos como puntos de partida, para que puedas cumplir tus metas.
¿De qué te vale prometer terminar de una vez por todas, con algún mal hábito que te está perjudicando hace tiempo, pero sabes que no será tan fácil librarte de él?
Además de mostrar falta de conocimiento de tí mismo, eso puede originar frustraciones innecesarias. Lo ideal es establecer pequeñas iniciativas que te estimularán a hacer esos cambios que quieres cambiar.
A veces, insistir en alguna acción o situación que no ha presentado resultados positivos, también puede ser un punto débil que debe ser examinado, porque entonces estás perdiendo el tiempo.
La energía que le das, a cualquier situación, puede ser encauzada hacia otras cuestiones de manera positiva.
Debes saber dosificar tus críticas, viendo esos puntos siempre como una motivación para hacer un cambio. Si haces esto, cualquier dificultad puede transformarse en una oportunidad.
7. Sé consciente a dónde quieres llegar: Ten siempre en mente tu objetivo principal. ¿Qué pretendes alcanzar en tu vida profesional? ¿Y que si no lo logras?
Piensa cuál es el momento de tu trayectoria en que te encuentras hoy y cuáles serían los próximos que quisiera lograr.
Este es el momento ideal para que te identifiques personalmente y profesionalmente como te encuentras, alineando con tus acciones y tus deseos.
Asegúrate de que las metas que quieres cumplir, tengan suficiente tiempo para lograrlas antes de la próxima autoevaluación y que están de acuerdo con tus aspiraciones profesionales. Ellas deben representar pasos que van a ayudarte a crecer cada vez más y a alcanzar lo que ambicionas.
También te recomiendo que establezcas preguntas y en próximo análisis las puedes responder, para medir tus impresiones y desempeño.
Es interesante que organices las ideas y anotes todo a lo largo del proceso, para dejarlo bien visible y que no se te escape nada, por más simple u obvio que pueda parecer.
Finalmente, entiende todas las 7 etapas de esta auto-evaluación como un proceso y reconoce siempre tu evolución, respetando tu propio ritmo sin frustrarte.
Puedes no haber alcanzado algún ítem por completo, pero ver cuánto has progresado te ayudará a mantenerte motivado. No te olvides de que esa etapa va mucho más allá de establecer metas y plazos.
Este es un ejercicio de autoconocimiento que va a proporcionarte cada vez más comprensión de ti mismo y poder avanzar más allá de lo esperado.
Haz tu propia autoevaluación: Una buena autoevaluación es la que te posibilita comprender cómo eres, examinando tus propias características, positivas o negativas, de manera favorable a tu crecimiento.
Esta es una estrategia poderosa que va a ayudarte a transformarte en el/la profesional que deseas ser.
Resulta tan eficiente porque sitúa al profesional en contacto consigo mismo. Lógicamente, a medida que te vas conociendo más profundamente, puedes tomar decisiones con mucha más competencia y aprovechar mejor tus habilidades y dones.
Esta es una iniciativa que solo puede brindarte beneficios, en función de que te sentirás más segura, en las diversas áreas importantes de tu vida, ya sea profesional o personal.
Además, una persona motivada y segura, acaba contagiando el entorno de manera positiva. Las personas tienden a sentirse más entusiasmadas al percibir actitudes inspiradoras a su alrededor y eso puede transformar el entorno laboral o familiar en un sitio mucho más constructivo y con bienestar.
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